Avanzadora

Rosa Mária Badillo Baena

Poesía Medicina

EL ALIENTO DE LAS AMAPOLAS

Pasé por el campo

y me deslumbró

la belleza sublime

de las amapolas.

Me detuve en sus pétalos,

en su aspiración a Ser,

en la fragilidad

del intento de la vida

de dar lo mejor

a través de una humilde flor.

Pasaba y me detenía

en aquel mar de amapolas,

pues me alimentaba

de su resplandor.

Hasta que una tarde

me encontré segadas las flores

de mi corazón.

Entonces pensé

en los seres que nacen

con un don especial.

Y heridos…,

por los filos de la vida,

su talento se apaga

en la oscuridad.

Ante tanto escombro

de esperanzas rotas,

hice un compromiso:

el de dar mi aliento

a todos los seres,

y abrirles camino

para realizar

lo que han venido a entregar

a la Humanidad.

              RAMO DE FLORES

La tierra me ofrece un ramo de flores,

lo tengo delante de mi casa,

conforme salgo, lo veo;

y me siento plenamente agasajada.

Yo que he sido una flor amarilla

creciendo en el asfalto.

Ahora, puedo vislumbrar

como los árboles,

la amplitud del cielo.

Y ese airecillo fresco de libertad

me hace intuir

que frente a la puerta tapiada

es mejor tomar el camino de las violetas.

En aquel camino cabe toda la vida:

el aroma del tomillo y la gravedad de la piedra.

Sólo hay que aceptar todos los pétalos

como lo hace la margarita,

que los ensarta a su centro

con el hilo de la humildad,

y desde el vacio de su plenitud

a todos los mira

y a cada uno le da su lugar.

RESURGIR

                                                 Si no te resistes,

                                                 siempre retorna

                                                 la primavera.

Caí y resurgí…

La vida me enseñó

que siempre puedes

volver a florecer

si no te aferras

a los roles del ayer.

Siempre se renace

más ligera,

más sabia.

Quizás sea éste el precio

de quien quiere tener alas.

Caí y resurgí…

como las olas vienen y van,

siguiendo el ritmo de la vida.

Sólo tuve que darme la oportunidad

de abrir las compuertas del alma

y entregarlo todo.

En ese momento surge

una brújula en el vacio

que te indica el camino.

Ya no hay piedras,

hay espuma.

Y una brisa fresca te acompaña

es la libertad.

CAMPO A TRAVÉS

Atravesé montañas de palabras que me empequeñecían.

Atravesé miedos profundos y paralizantes.

Dejé atrás la vergüenza de ser yo misma.

Dejé de competir por ser la mejor

para obtener una migaja de reconocimiento y amor.

Por fin, me encontré a mis maestros los pájaros

que con sus alas y su canto alumbran mi camino.

Comprendí que la paz era posible

cuando supe decir: es suficiente.

Sentí la vida que latía en mi sangre

y me enamoré de las nubes,

del gozo de apreciar todo lo que fluye.

Y tuve ganas de compartir los divinos sentimientos

que emanan de mi naturaleza,

de rebosar de ternura acabando con todas las pobrezas.

Y de gritar: ¡Hay esperanza!

El secreto está en nosotros.

¡Sí!, en nosotros está la abundancia:

el amor, la aceptación, la amabilidad…

¡En nosotros está la vida!

EQUILIBRIO

Una sabia maestra me ha dado una respuesta:

que tengo que integrar en mí

las energías del ying y el yang.

Que para que florezca la SENSIBILIDAD

tengo que sentirme en LIBERTAD.

Que sólo la PAZ puede ser una realidad

si cultivo la FORTALEZA

para poner los límites necesarios

y poderla preservar.

Que puedes estar llena de COMPRENSION

hacia los demás; pero, sé realista

haz de ver la VERDAD de sus actos,

su positividad y su negatividad.

Que está bien perdonarse y PERDONAR.

Aún así, no permitas que te hagan daño.

Ejerce la JUSTICIA con consciencia

y tu vida cambiará.

AYUDA

Ayuda a estar subida

en esta ola vertiginosa

que llamamos vida,

aprender lo que enseña el bosque:

la armonía sagrada que nace de la calma,

la simplicidad del colibrí,

el misterio ardiente de la constancia.

Ayuda a continuar navegando en la inmensidad,

siendo tan sólo el aleteo de una mariposa:

soltar, confiar, tomar impulso…

Y como único timón

tus respuestas auténticas y genuinas

a los retos de la travesía,

que es como si te hicieras canto

que se brinda al infinito.

Ayuda a ser como un barco

que se abre camino a través del mar,

tener la certeza

de que en las pequeñas cosas

está la eternidad.

CRECER

Si la armonía se rompe y sientes el caos a tus pies,

No te estanques, utiliza tu energía para buscar respuestas.

Y la espiral de la Vida iniciará su movimiento

traspasando los umbrales del dolor y del ayer.

Si pides y estás dispuesta a recibir

llegarán los maestros, los libros inspiradores,

las señales, las sincronicidades y las herramientas

para trascender la ciénaga de los miedos.

Aún así tendrás que convivir con el malestar,

atravesarlo minuto a minuto

y encontrar la fuerza para continuar

en el aquí y ahora de los actos cotidianos.

Para parirte de nuevo, con perseverancia,

tendrás que dar un paso detrás de otro,

sabiendo que la energía que sostiene a los planetas,

es la que te sostiene.

Entonces sentirás que la vida te va llevando

para que sueltes el molde de tus creencias antiguas

y eches raíces más allá del mal y del bien.

Pues crecer es morir a lo viejo para florecer.

ESQINA CAYE MADRESERBA*

Mientrah qe ehperaba a qe mi ijo

entrara a l’academia

pa recuperá lah asihnaturah suhpendíah.

Sentí como ehcapaban de mi pexo

lah emosioneh dhede sigloh reprimíah.

I un buyí de mariposah selulareh

bieron, por primera veh, la luh del día.

 

Esqina caye Madreserba,

abrí la puerta prohibía.

Dejé salí a la impotensia,

a l’amrgura, al terror,

a la confusión, a la rabia contenía.

Lah ehcuxe amorohamente,

lah honré i leh dí la dihnidá

qe meresían.

 

Lah sonah embotáh de mi cuerpo

iban sanando al ser asehtáh

i liberáh lah emosioneh ehcondíah.

Suh alah me cohqiyeaban

i mi cuerpo se regosijaba

dibujando en mi rohtro una sonriha.

Comprendí qe tengo derexo a no sabé,

a sentí mieo, a no qeré…

Oi e aprendío a permití en mí

toa la bía.

*Esta poesía esta escrita respetando la fonética adaluza.

ESQUINA CALLE MADRESELVA

Mientras que esperaba a que mi hijo

entrara a la academia

para recuperar las asignaturas suspendidas.

Sentí como escapaban de mi pecho

las emociones desde siglos reprimidas.

Y un bullir de mariposas celulares

vieron, por primera vez, la luz del día.

Esquina calle Madreselva,

abrí la puerta prohibida.

Dejé salir a la impotencia,

a la amargura, al terror,

a la confusión, a la rabia contenida.

Las escuché amorosamente,

las honré y les dí la dignidad

que merecían.

Las zonas embotadas de mi cuerpo

iban sanando al ser aceptadas

y liberadas las emociones escondidas.

Sus alas me cosquilleaban

y mi cuerpo se regocijaba

dibujando en mi rostro una sonrisa.

Comprendí que tengo derecho a no saber,

a sentir miedo, a no querer…

Hoy he aprendido a permitir en mí

toda la vida.