EL ALIENTO DE LAS AMAPOLAS
Pasé por el campo
y me deslumbró
la belleza sublime
de las amapolas.
Me detuve en sus pétalos,
en su aspiración a Ser,
en la fragilidad
del intento de la vida
de dar lo mejor
a través de una humilde flor.
Pasaba y me detenía
en aquel mar de amapolas,
pues me alimentaba
de su resplandor.
Hasta que una tarde
me encontré segadas las flores
de mi corazón.
Entonces pensé
en los seres que nacen
con un don especial.
Y heridos…,
por los filos de la vida,
su talento se apaga
en la oscuridad.
Ante tanto escombro
de esperanzas rotas,
hice un compromiso:
el de dar mi aliento
a todos los seres,
y abrirles camino
para realizar
lo que han venido a entregar
a la Humanidad.
RAMO DE FLORES
La tierra me ofrece un ramo de flores,
lo tengo delante de mi casa,
conforme salgo, lo veo;
y me siento plenamente agasajada.
Yo que he sido una flor amarilla
creciendo en el asfalto.
Ahora, puedo vislumbrar
como los árboles,
la amplitud del cielo.
Y ese airecillo fresco de libertad
me hace intuir
que frente a la puerta tapiada
es mejor tomar el camino de las violetas.
En aquel camino cabe toda la vida:
el aroma del tomillo y la gravedad de la piedra.
Sólo hay que aceptar todos los pétalos
como lo hace la margarita,
que los ensarta a su centro
con el hilo de la humildad,
y desde el vacio de su plenitud
a todos los mira
y a cada uno le da su lugar.
RESURGIR
Si no te resistes,
siempre retorna
la primavera.
Caí y resurgí…
La vida me enseñó
que siempre puedes
volver a florecer
si no te aferras
a los roles del ayer.
Siempre se renace
más ligera,
más sabia.
Quizás sea éste el precio
de quien quiere tener alas.
Caí y resurgí…
como las olas vienen y van,
siguiendo el ritmo de la vida.
Sólo tuve que darme la oportunidad
de abrir las compuertas del alma
y entregarlo todo.
En ese momento surge
una brújula en el vacio
que te indica el camino.
Ya no hay piedras,
hay espuma.
Y una brisa fresca te acompaña
es la libertad.
CAMPO A TRAVÉS
Atravesé montañas de palabras que me empequeñecían.
Atravesé miedos profundos y paralizantes.
Dejé atrás la vergüenza de ser yo misma.
Dejé de competir por ser la mejor
para obtener una migaja de reconocimiento y amor.
Por fin, me encontré a mis maestros los pájaros
que con sus alas y su canto alumbran mi camino.
Comprendí que la paz era posible
cuando supe decir: es suficiente.
Sentí la vida que latía en mi sangre
y me enamoré de las nubes,
del gozo de apreciar todo lo que fluye.
Y tuve ganas de compartir los divinos sentimientos
que emanan de mi naturaleza,
de rebosar de ternura acabando con todas las pobrezas.
Y de gritar: ¡Hay esperanza!
El secreto está en nosotros.
¡Sí!, en nosotros está la abundancia:
el amor, la aceptación, la amabilidad…
¡En nosotros está la vida!
EQUILIBRIO
Una sabia maestra me ha dado una respuesta:
que tengo que integrar en mí
las energías del ying y el yang.
Que para que florezca la SENSIBILIDAD
tengo que sentirme en LIBERTAD.
Que sólo la PAZ puede ser una realidad
si cultivo la FORTALEZA
para poner los límites necesarios
y poderla preservar.
Que puedes estar llena de COMPRENSION
hacia los demás; pero, sé realista
haz de ver la VERDAD de sus actos,
su positividad y su negatividad.
Que está bien perdonarse y PERDONAR.
Aún así, no permitas que te hagan daño.
Ejerce la JUSTICIA con consciencia
y tu vida cambiará.
AYUDA
Ayuda a estar subida
en esta ola vertiginosa
que llamamos vida,
aprender lo que enseña el bosque:
la armonía sagrada que nace de la calma,
la simplicidad del colibrí,
el misterio ardiente de la constancia.
Ayuda a continuar navegando en la inmensidad,
siendo tan sólo el aleteo de una mariposa:
soltar, confiar, tomar impulso…
Y como único timón
tus respuestas auténticas y genuinas
a los retos de la travesía,
que es como si te hicieras canto
que se brinda al infinito.
Ayuda a ser como un barco
que se abre camino a través del mar,
tener la certeza
de que en las pequeñas cosas
está la eternidad.
CRECER
Si la armonía se rompe y sientes el caos a tus pies,
No te estanques, utiliza tu energía para buscar respuestas.
Y la espiral de la Vida iniciará su movimiento
traspasando los umbrales del dolor y del ayer.
Si pides y estás dispuesta a recibir
llegarán los maestros, los libros inspiradores,
las señales, las sincronicidades y las herramientas
para trascender la ciénaga de los miedos.
Aún así tendrás que convivir con el malestar,
atravesarlo minuto a minuto
y encontrar la fuerza para continuar
en el aquí y ahora de los actos cotidianos.
Para parirte de nuevo, con perseverancia,
tendrás que dar un paso detrás de otro,
sabiendo que la energía que sostiene a los planetas,
es la que te sostiene.
Entonces sentirás que la vida te va llevando
para que sueltes el molde de tus creencias antiguas
y eches raíces más allá del mal y del bien.
Pues crecer es morir a lo viejo para florecer.
ESQINA CAYE MADRESERBA*
Mientrah qe ehperaba a qe mi ijo
entrara a l’academia
pa recuperá lah asihnaturah suhpendíah.
Sentí como ehcapaban de mi pexo
lah emosioneh dhede sigloh reprimíah.
I un buyí de mariposah selulareh
bieron, por primera veh, la luh del día.
Esqina caye Madreserba,
abrí la puerta prohibía.
Dejé salí a la impotensia,
a l’amrgura, al terror,
a la confusión, a la rabia contenía.
Lah ehcuxe amorohamente,
lah honré i leh dí la dihnidá
qe meresían.
Lah sonah embotáh de mi cuerpo
iban sanando al ser asehtáh
i liberáh lah emosioneh ehcondíah.
Suh alah me cohqiyeaban
i mi cuerpo se regosijaba
dibujando en mi rohtro una sonriha.
Comprendí qe tengo derexo a no sabé,
a sentí mieo, a no qeré…
Oi e aprendío a permití en mí
toa la bía.
*Esta poesía esta escrita respetando la fonética adaluza.
ESQUINA CALLE MADRESELVA
Mientras que esperaba a que mi hijo
entrara a la academia
para recuperar las asignaturas suspendidas.
Sentí como escapaban de mi pecho
las emociones desde siglos reprimidas.
Y un bullir de mariposas celulares
vieron, por primera vez, la luz del día.
Esquina calle Madreselva,
abrí la puerta prohibida.
Dejé salir a la impotencia,
a la amargura, al terror,
a la confusión, a la rabia contenida.
Las escuché amorosamente,
las honré y les dí la dignidad
que merecían.
Las zonas embotadas de mi cuerpo
iban sanando al ser aceptadas
y liberadas las emociones escondidas.
Sus alas me cosquilleaban
y mi cuerpo se regocijaba
dibujando en mi rostro una sonrisa.
Comprendí que tengo derecho a no saber,
a sentir miedo, a no querer…
Hoy he aprendido a permitir en mí
toda la vida.